Normalmente es una transición gradual: pasas de tener cero niños a tener uno o dos. Eso te da tiempo de acostumbrarte al caos. Pero, a veces, Dios te bendice con gemelos, pasando de cero a dos (o más bien de cero a cien) en una milésima de segundo. Puedes dejarte enterrar por el desastre…
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